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¿Qué es la diabetes?

Tipo 1: ataca frecuentemente a niños y jóvenes, aunque puede presentarse a cualquier edad. Se caracteriza por presentar una insuficiencia en la producción de insulina para regular el nivel de glucosa en la sangre. Las personas que la padecen deben recibir diariamente dosis de insulina, ya que sin esta no podrían sobrevivir. No se conocen las causas de esta enfermedad y, en el mundo, los casos de tipo 1 representan menos del 10% de los casos de diabetes.

Algunos síntomas para detectar esta enfermedad son las excesivas ganas de orinar, frecuente sensación de sed y hambre, pérdida de peso, fatiga y cambios en la visión.

Tipo 2: Al contrario que la anterior, este tipo de diabetes es producto de la incapacidad del cuerpo humano para usar la insulina efectivamente. Representa la mayoría (90%) de casos de diabetes en el mundo. Aunque por muchos años se creyó que solo afectaba a los adultos, recientes estudios han encontrado presencia de esta enfermedad también en niños.

Aunque muchas veces no presenta síntomas o estos son mínimos -pasando desapercibida y sin diagnóstico por muchos años hasta que las complicaciones aparecen-, generalmente son similares a los de la diabetes tipo 1. Los principales factores de riesgo asociados a esta afección son el sobrepeso y la inactividad física.

Diabetes gestacional: Este tercer tipo no es una enfermedad permanente -aunque eleva el riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2- sino que se trata de una condición temporal que puede aparecer durante el embarazo cuando los niveles de glucosa en la sangre son superiores a lo normal.

A diferencia de los otros tipos, esta diabetes se diagnostica por medios de pruebas prenatales del nivel de azúcar de la sangre y no por los síntomas que presente. Las mujeres que la padecen tienen un mayor riesgo de presentar complicaciones durante la gestación y el parto.

Diagnóstico y tratamiento

Cualquiera de los tres tipos de esta enfermedad puede ser diagnosticados fácilmente mediante un análisis de sangre. Esto convierte a la diabetes en una afección sencilla de detectar para la mayoría de la población y que pueda ser tratada a tiempo.

Si bien no tiene una cura definitiva, sí es posible controlar la diabetes. Los especialistas de la salud sugieren reducir la glucemia (presencia de azúcar en la sangre) y otros factores de riesgo que puedan causar daño a los vasos sanguíneos. Además, también es recomendable el ejercicio físico regular, llevar una dieta saludable, dejar de fumar, y mantener un peso corporal dentro de niveles normales.

Dependiendo de la condición del paciente, otros tratamientos que pueden ser necesarios son los medicamentos orales, la adquisición de insulina, controlar la tensión arterial y los cuidados podológicos. Así mismo, algunas intervenciones que se ocupan de los efectos de la diabetes son las pruebas de detección de retinopatía (ceguera), el control de los lípidos de la sangre (para regular el colesterol), y la detección de signos tempranos de nefropatía.


De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se trata de una de las afecciones crónicas más comunes en el mundo y que por más tiempo daña la salud de las personas. Esta se produce cuando el páncreas no genera suficiente insulina -hormona encargada de regular los niveles de azúcar o glucosa-, o cuando el cuerpo humano no consigue utilizarla de forma efectiva.

Como consecuencia, los niveles de azúcar se elevan y, con el tiempo, esto puede producir un severo daño al corazón, los vasos sanguíneos, la vista, los riñones y los nervios. Entre las enfermedades más frecuentes que pueden derivarse de la diabetes se encuentran las afecciones cardiovasculares -como el infarto al miocardio y accidentes cerebrovasculares-, neuropatía, retinopatía diabética o ceguera, la enfermedad renal crónica, la enfermedad vascular periférica, y las amputaciones de miembros inferiores.


Tipos de diabetes

Tipo 1: ataca frecuentemente a niños y jóvenes, aunque puede presentarse a cualquier edad. Se caracteriza por presentar una insuficiencia en la producción de insulina para regular el nivel de glucosa en la sangre. Las personas que la padecen deben recibir diariamente dosis de insulina, ya que sin esta no podrían sobrevivir. No se conocen las causas de esta enfermedad y, en el mundo, los casos de tipo 1 representan menos del 10% de los casos de diabetes.

Algunos síntomas para detectar esta enfermedad son las excesivas ganas de orinar, frecuente sensación de sed y hambre, pérdida de peso, fatiga y cambios en la visión.

Tipo 2: Al contrario que la anterior, este tipo de diabetes es producto de la incapacidad del cuerpo humano para usar la insulina efectivamente. Representa la mayoría (90%) de casos de diabetes en el mundo. Aunque por muchos años se creyó que solo afectaba a los adultos, recientes estudios han encontrado presencia de esta enfermedad también en niños.

Aunque muchas veces no presenta síntomas o estos son mínimos -pasando desapercibida y sin diagnóstico por muchos años hasta que las complicaciones aparecen-, generalmente son similares a los de la diabetes tipo 1. Los principales factores de riesgo asociados a esta afección son el sobrepeso y la inactividad física.

Diabetes gestacional: Este tercer tipo no es una enfermedad permanente -aunque eleva el riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2- sino que se trata de una condición temporal que puede aparecer durante el embarazo cuando los niveles de glucosa en la sangre son superiores a lo normal.

A diferencia de los otros tipos, esta diabetes se diagnostica por medios de pruebas prenatales del nivel de azúcar de la sangre y no por los síntomas que presente. Las mujeres que la padecen tienen un mayor riesgo de presentar complicaciones durante la gestación y el parto.

Diagnóstico y tratamiento

Cualquiera de los tres tipos de esta enfermedad puede ser diagnosticados fácilmente mediante un análisis de sangre. Esto convierte a la diabetes en una afección sencilla de detectar para la mayoría de la población y que pueda ser tratada a tiempo.

Si bien no tiene una cura definitiva, sí es posible controlar la diabetes. Los especialistas de la salud sugieren reducir la glucemia (presencia de azúcar en la sangre) y otros factores de riesgo que puedan causar daño a los vasos sanguíneos. Además, también es recomendable el ejercicio físico regular, llevar una dieta saludable, dejar de fumar, y mantener un peso corporal dentro de niveles normales.

Dependiendo de la condición del paciente, otros tratamientos que pueden ser necesarios son los medicamentos orales, la adquisición de insulina, controlar la tensión arterial y los cuidados podológicos. Así mismo, algunas intervenciones que se ocupan de los efectos de la diabetes son las pruebas de detección de retinopatía (ceguera), el control de los lípidos de la sangre (para regular el colesterol), y la detección de signos tempranos de nefropatía.


De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se trata de una de las afecciones crónicas más comunes en el mundo y que por más tiempo daña la salud de las personas. Esta se produce cuando el páncreas no genera suficiente insulina -hormona encargada de regular los niveles de azúcar o glucosa-, o cuando el cuerpo humano no consigue utilizarla de forma efectiva.

Como consecuencia, los niveles de azúcar se elevan y, con el tiempo, esto puede producir un severo daño al corazón, los vasos sanguíneos, la vista, los riñones y los nervios. Entre las enfermedades más frecuentes que pueden derivarse de la diabetes se encuentran las afecciones cardiovasculares -como el infarto al miocardio y accidentes cerebrovasculares-, neuropatía, retinopatía diabética o ceguera, la enfermedad renal crónica, la enfermedad vascular periférica, y las amputaciones de miembros inferiores.


Tipos de diabetes

Tipo 1: ataca frecuentemente a niños y jóvenes, aunque puede presentarse a cualquier edad. Se caracteriza por presentar una insuficiencia en la producción de insulina para regular el nivel de glucosa en la sangre. Las personas que la padecen deben recibir diariamente dosis de insulina, ya que sin esta no podrían sobrevivir. No se conocen las causas de esta enfermedad y, en el mundo, los casos de tipo 1 representan menos del 10% de los casos de diabetes.

Algunos síntomas para detectar esta enfermedad son las excesivas ganas de orinar, frecuente sensación de sed y hambre, pérdida de peso, fatiga y cambios en la visión.

Tipo 2: Al contrario que la anterior, este tipo de diabetes es producto de la incapacidad del cuerpo humano para usar la insulina efectivamente. Representa la mayoría (90%) de casos de diabetes en el mundo. Aunque por muchos años se creyó que solo afectaba a los adultos, recientes estudios han encontrado presencia de esta enfermedad también en niños.

Aunque muchas veces no presenta síntomas o estos son mínimos -pasando desapercibida y sin diagnóstico por muchos años hasta que las complicaciones aparecen-, generalmente son similares a los de la diabetes tipo 1. Los principales factores de riesgo asociados a esta afección son el sobrepeso y la inactividad física.

Diabetes gestacional: Este tercer tipo no es una enfermedad permanente -aunque eleva el riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2- sino que se trata de una condición temporal que puede aparecer durante el embarazo cuando los niveles de glucosa en la sangre son superiores a lo normal.

A diferencia de los otros tipos, esta diabetes se diagnostica por medios de pruebas prenatales del nivel de azúcar de la sangre y no por los síntomas que presente. Las mujeres que la padecen tienen un mayor riesgo de presentar complicaciones durante la gestación y el parto.

Diagnóstico y tratamiento

Cualquiera de los tres tipos de esta enfermedad puede ser diagnosticados fácilmente mediante un análisis de sangre. Esto convierte a la diabetes en una afección sencilla de detectar para la mayoría de la población y que pueda ser tratada a tiempo.

Si bien no tiene una cura definitiva, sí es posible controlar la diabetes. Los especialistas de la salud sugieren reducir la glucemia (presencia de azúcar en la sangre) y otros factores de riesgo que puedan causar daño a los vasos sanguíneos. Además, también es recomendable el ejercicio físico regular, llevar una dieta saludable, dejar de fumar, y mantener un peso corporal dentro de niveles normales.

Dependiendo de la condición del paciente, otros tratamientos que pueden ser necesarios son los medicamentos orales, la adquisición de insulina, controlar la tensión arterial y los cuidados podológicos. Así mismo, algunas intervenciones que se ocupan de los efectos de la diabetes son las pruebas de detección de retinopatía (ceguera), el control de los lípidos de la sangre (para regular el colesterol), y la detección de signos tempranos de nefropatía.